viernes, 9 de mayo de 2014

NOTICIARIO DOCUMENTAL

Asistentes al acto. En círculo rojo, un servidor tratando sin éxito de escapar
de las cámaras. 
Toledo, 2014. Tras varias semanas terminamos el trabajo en el convento de las monjas de los huevos -las citadas en la entrada anterior-  y, como colofón, me sugiere mi socia Bianca la posibilidad de asistir a un concierto de música sacra, concretamente el Requiem de Cristobal de Morales, en la catedral de Toledo por el funeral del  pintor cretense de nombre Doménikos Theotokópoulos. Accedo gustoso y vamos para allá. Aquello está de bote en bote, predominando el característico rubio popular.  Se ve mucha policía alrededor, tanto agentes como secreta. Nos sentamos donde podemos y empieza el acto. Miro a mi alrededor y detecto una cara conocida. Es la de Loquillo que por ahí anda sentado con sus gafas de sol.

Pero aquello resulta no ser un concierto como yo tenía entendido, sino una misa cantada y el resto hablado en latín, sin que la inmensa mayoría entienda una palabra de lo que se está diciendo en dicha lengua muerta. Eso sí, cuando se detecta el castellano la gente se levanta y dice aquello de "te alabamos, señor". Luego dice el cura lo de "daos fraternalmente la paz", justo antes de que una señora con el pelo a lo Aguirre y mirada fría me extienda su mano enjoyada, cuando fuera del templo, intuyo, me ignoraría en casi cualquier circunstancia. Yo la miro inexpresivo y me impaciento por salir de allí, pero no puedo. Policías secretas y guardaespaldas se despliegan por los pasillos. Alguien importante va a entrar. Efectivamente, seguida por una comitiva aparece la presidenta de la comunidad. Eso sí, sin toquilla ni peineta, vestida de litúrgico morado, como bien se dispuso en el concilio vaticano II. Se produce un murmullo de voces de señoras que comentan su llegada. Una de ellas manifiesta a otra su intención de intentar saludarla al final del acto. El caso es que todas las "personalidades" que la acompañan, militares, gente muy trajeada y ella misma, se adentran hasta llegar a la primera fila ante el cura (u obispo, cardenal o lo que fuese). Hay monitores de plasma por todas partes que permiten seguir sus evoluciones con cierto detalle. El cura prosigue su homilía o como quiera que se llame su discurso. Ya me quedo allí por mera curiosidad antropológica y observo el semblante de la presidenta, altivo y aparentemente grave y severo. Admito que por un momento me llegó a convencer, incluso de que sentía "hondo pesar" por la muerte del pintor cretense. No sé como va esto, pero parece ser que el cura dice una cosas y la gente las repite. Entonces hay un primer plano en los monitores. La presidenta es enfocada.

-Mea culpa, mea culpa, mea culpa... -dice en perfecto latín según mira al suelo y se da leves golpecitos en el pecho con la mano derecha.

Poco después acaba el acto y un aluvión de señoras se arremolina para estrechar la mano de la dirigente, una mujer muy popular
.
El caso es que yo iba a escuchar música sacra -me encanta pese a todas sus connotaciones y contexto- y me encontré con un espectáculo que podría haber sido especular de cualquier otro filmado por NO-DO.  Busqué a Loquillo con la mirada pero no le hallé. Salí de allí confuso, con la noción de haber asistido a una escena de otro tiempo, una escena del pasado, como una representación teatral de otra época, pero tan real y vigente como antaño.

Recapitulando, resulta que un pintor de iconos de la milenaria Creta, quizás conocedor del libre y naturalista arte minoico, decide marchar a Italia donde aprende la técnica y se deja influir por las tendencias pictóricas del momento. Después continúa hasta España instado por un amigo que le promete encargos; se asienta en Toledo y se convierte en un afamado pintor marcado claramente por la contrareforma, de férreo catolicismo frente a la reforma protestante cuyos tímidos brotes en España son perseguidos por herejía, siendo llevadas a la hoguera y al tormento cientos de personas por orden del inquisidor Niño de Guevara a quien retrató Doménikos magistralmente. Incluso él mismo es interrogado por los inquisidores por un asunto tan baladí como el tamaño de las alas que pinta a los ángeles, cuyo envergadura por lo visto excedía de la que se describía en la biblia. Pinta santos por todas partes. Tiene litigios económicos con monjas, con párrocos y hasta con el nuncio por el precio de sus obras. Vamos, un muy buen pintor que se busca la vida e intenta ganar todos los ducados que puede pintando básicamente lo que se le encarga. Acaba en Toledo circunstancialmente porque un amigo suyo le encarga pintar un convento allí y porque sabe que Felipe II busca pintores para el Monasterio de El Escorial. Salvo los retratos y alguna escena mitológica, toda su obra es de carácter religioso, por encargo y exaltando los valores del ultracatolicismo contrareformista. Le pagan por ello, razón más que suficiente, aunque casi llega a las manos con el mismo nuncio por desacuerdos económicos. Quizás, una tarde de domingo cualquiera, mientras el inquisidor posaba inmóvil al ser retratado por Doménikos, no muy lejos de allí algunos hombres y mujeres eran torturados y muertos por orden de aquel, dado que no creían en los santos ni en los templos ni en los iconos de madera y yeso.  

Total, que este señor termina muriendo y la Tierra, obstinada, da 400 vueltas al sol. La ciudad donde falleció se ha convertido en la capital de una región española. El gobierno de esta región decide conmemorar la muerte de aquel devoto pintor de iconos y santos -si bien un soberbio retratista- y celebra una misa por su alma. Se adorna el evento con músicos tocando el sacabuche y un coro cantando el Requiem de Cristobal de Morales. La gente se agolpa para asistir al evento y, en teoría, muy muy en teoría, pedir por el alma de este señor de Creta, difunto hace 4 siglos. Intuyo que la mayoría, independientemente de sus conocimientos sobre técnica pictórica, tiene palabras de elogio y alabanza hacia su figura. Imagino que esa mayoría, además, desconoce profundamente la obra de Cristóbal de Morales aunque comenta lo bonita que es la música y lo bonitos que son los santos. Todo les parece bonito. Asisten a la ceremonia y repiten lo que dice el sacerdote y, al acabar, algunos desean estrechar la mano de la devota presidenta, independientemente de los turbios asuntos que rodean su gestión.

En fin, cuando escucho eso de que "viajar está muy bien porque así conoces otras culturas", que es muy cierto, pienso en que no es imprescindible viajar para ello. Dentro de lo que conocemos como "nuestra cultura" hay actitudes y formas de vida tan diametralmente opuestas que podría decirse que son varias culturas independientes coexistiendo al límite del equilibrio. Me siento culturalmente más cercano a un lejano masai dando saltos durante horas que a estas devotas señoras que escuchan una misa por el "alma" de un pintor griego que se ganó la vida en Toledo pintando, igual que lo haría un herrero, un alfarero o un panadero desconocido. Personas que opinan que todo ha sido, es y será siempre así, como debe ser, como dios manda. Dóciles humanos con piel de borrego, carne de populismo o de doctrina.


Curiosamente Doménikos Theotokópoulos apenas fue valorado hasta fines del siglo XIX, fecha en que los modernistas y la generación del 98 y la Institución Libre de Enseñanza se interesaron por él y por su obra, entre ellos mi tío abuelo Gregorio Prieto. 

Sin querer quitar valor técnico y expresivo al pintor cretense -aunque sinceramente no me apasiona-, quizás la ciudad de Toledo podía, puestos a homenajear, hacer lo propio con respecto a alguno de los artistas nacidos allí, a un toledano, que es lo suyo.

Por ejemplo, Alberto Sánchez  (Toledo,1895 - Moscú, 1962), influido por el cubismo y el surrealismo, impulsor de la Escuela de Vallecas, amigo de Federico García Lorca y de mi tío abuelo Gregorio Prieto -que parece omnipresente, admito- y que acabo en el exilio, en Moscú, como profesor de dibujo de niños españoles también exiliados. Una de sus obras más significativas es la gran escultura de más de doce metros de altura titulada "El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella", expuesta junto al "Guernica" de Picasso en el Pabellón de la República Española de la Exposición Internacional de París de 1937. Quizás confiaba Sánchez en la derrota del fascismo en la recién iniciada Guerra Civil Española tras el golpe de estado. De esta obra hay una copia en el exterior de la entrada principal del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.


Durante su estancia en Rusia creó muchas esculturas que ahora forman parte de las mejores colecciones de los museos españoles de arte contemporáneo.

En 2010 se proyectó instalar en el cerro Almodóvar de Vallecas la reconstrucción de una obra enorme llamada "El Monumento a los pájaros". Él deseaba que su obra fuera, además, un refugio para las aves. En la fotografía veis una maqueta de la obra.

Este hombre, de nombre y apellidos tan comunes e hijo de un panadero desconocido, podría haber sido con todo derecho uno de los iconos de la ultracatólica Toledo, pero claro, era republicano y rojo y, en vez de pintar santos esculpía y pintaba monigotes y cosas raras.

Mejor un pintor como dios manda.